Lo que más me gusta de esta película es su extrema violencia implícita. Es una de las películas más violentas que he visto y apenas aparece una gota de sangre y un brazo quemado. Eso es lo que admiro, sentir la violencia sin mostrarla. Una violencia extrema que sientes cómo la desprecias dentro de ti. Aquí no te entran ganas de vomitar viendo sangre y tripas, aquí sientes ese “nosequé” que te sobrecoge.
Además, la película muestra cómo esos salvajes actúan impunemente, algo que más de treinta años después sigue pasando y si no me creéis echad un vistazo a cualquier telediario.
La historia aquí narrada, es el descendo a los infiernos y la venganza de su protagonista, el ya legendario héroe de acción postapocalíptica Mad Max, encarnado hace ya más de 25 años por nuestro fascistoide y por aquel entonces desconocido amigo Mel Gibson en su debut. Max, policía por convicción, luchará desesperadamente por mantener el orden que ha jurado defender, no deteniéndose ni ante el Jinete Nocturno, lo que provocará las iras de los pandilleros y llevará a Max a lo que podríamos llamar destrucción personal.
A esta producción de tan bajo presupuesto, se le han de reconocer talentosas virtudes: la elección del desierto de Australia para la ambientación del mundo preapocalíptico (en esta entrega aún no ha tenido lugar la guerra que se intuye al comienzo de la siguiente), la perturbadora caracterización de los salvajes de la autopista que dan miedo de verdad, la corruptela generalizada de los supuestos policías, excepto de nuestros héroes, o las angustiosas escenas de ultraviolencia contra los inocentes conductores, violencia explícita por otra parte casi inédita hasta la fecha.
Buen guión, interpretaciones decentes (no se puede pedir más a una ópera prima tanto del director como de su actor principal) y un prólogo a una segunda parte aún más brillante si cabe en la que estalla el universo Mad Max en todo su esplendor. Recomendable para los amantes del cine de acción con memorables y angustiantes escenas que se deja revisitar con gusto y que creó su propia estética con clones de más dudosa calidad.
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